“A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual,
la caridad se practica de arriba-Abajo, humilla a quien la recibe
y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder”
(Eduardo Galeano)
El término ‘filantropía’ fue creado, parece ser, por Flavio Claudio Juliano. Juliano el Apóstata, emperador romano desde el año 361 hasta 363 y conocido por haber renegado del cristianismo y convertirse al paganismo neoplatónico, fue el último emperador romano politeísta[1].
Dentro de su esfuerzo politeísta, extrajo del cristianismo y su mandato de amor al prójimo, la caridad, desarrollando el término filantropía, etimológicamente ‘amor a la humanidad’ (de ‘philos’ y ‘antropos’). De nuevo la religión por medio.
La filantropía privada como ayuda desinteresada a los demás, en la práctica actual de los Estados supone una prestación ordenada de auxilio a los ciudadanos de menores recursos. Pero, ¿puede constituir un modo alternativo de contribuir a la satisfacción de necesidades sociales y sanitarias? Y, en ese caso, ¿deben incentivarse este tipo de prestaciones?
En la práctica actual, la filantropía es una actividad global asociada a empresas multinacionales o grandes fortunas[2], como es el caso de Amancio Ortega. Como tal, ha evolucionado a lo largo del tiempo dentro del capitalismo, sobre todo en lo referente a la forma de financiación y los campos de actuación, habiéndose desplazado del ámbito local al global.
De forma paralela, la expansión del modelo capitalista neoliberal ha propiciado la privatización de servicios, con la correspondiente profundización en la desigualdad, aunque se hayan vendido como resultados óptimos ciertos logros sociales de nuevo cuño[3].
En la filantropía actual, que incorpora el afán neoliberal de maximización de beneficios económicos, el bienestar social y la reducción de la inequidad se convierten en rehenes de los mercados financieros. En este orden, ¿cómo se puede justificar la ayuda de la Fundación con la situación en la que viven sus trabajadores en India, Bangladesh o Brasil?
Los estudios publicados muestran que, en una búsqueda de diversificación de riesgos, las actividades filantrópicas son cada vez menos desprendidas y en su quehacer predomina, de forma preferente, la búsqueda de inversiones y negocios[4].
Se ha pasado, en definitiva, de ocultar las motivaciones económicas subyacentes tras el altruismo, a entrar en la lógica de los mercados y medir las consecuencias de lo que se haga para el negocio de origen, desde el primer instante y de forma prioritaria y central. No es de extrañar, por tanto, que la propuesta de Amancio Ortega, de entrada, despierte inquietud y sospechas en ámbitos profesionales y ciudadanos.
En definitiva, estas organizaciones y particulares multimillonarios, desarrollan proyectos, muchas veces de grandes proporciones, como sustitutos parciales del Estado, midiendo cuidadosamente posibles riesgos, beneficios y asegurando que la inversión está bien realizada (pérdidas mínimas y buen marketing público). De lo que no se trata, en ningún caso, es de acciones que ataquen la estructura central del problema. Es lo que llamamos ‘filantrocapitalismo’[5].
De esta forma, se pueden conseguir resultados concretos sanitarios y sociales al abordar determinados problemas, pero los países en los que se llevan a cabo seguirán sin una política sanitaria en este ámbito que asegure el bienestar de la población a largo plazo. Porque, al sustituir al Estado en ámbitos como la sanidad o la educación, se pierde la posibilidad de generar políticas estructurales estables que aseguren el crecimiento[6].
En el caso de las inversiones especificas en aparataje, podrán obtener resultados concretos diagnósticos y terapéuticos, pero ¿a qué precio? ¿Con qué consecuencias para el resto del sistema sanitario? En definitiva, ¿con qué efectividad? ¿Con qué capacidad de sostenibilidad?
La estrategia filantrocapitalista de estas empresas tiene generalmente intereses en las zonas de acción. Sus relaciones se basan en rendimientos de capital a cambio de proyectos sanitarios, sociales o de cooperación[7], es decir, no están en sintonía con la concepción del desarrollo integrado de sistemas sociales y sanitarios.
Se hace necesario encontrar una estrategia de acción, por lo tanto, que esté desvinculada de intereses empresariales, se base en el desarrollo social y político de la ciudadanía y que esté dirigida hacia el objetivo de un bienestar que no esté fundado en el enriquecimiento de unos pocos y la consolidación de la desigualdad e inequidad social. Se trata de reducir la brecha de desarrollo entre las partes, pensar en la sostenibilidad social a largo plazo y reforzar las infraestructuras de los Estados[8].
Incluso si nos centráramos en la reducción de la incidencia del cáncer, ¿por qué una inversión finalista en equipos? ¿Por qué no destinarla a las necesidades de cada lugar? De este modo se podría alcanzar tanto el nivel de prevención primaria al curativo / rehabilitador, como la prevención secundaria, buscando, incluso, una optimización de resultados.
Mientras los objetivos de desarrollo de los sistemas sanitarios y sociales se encuentren asociados a la búsqueda de beneficios personales, tendremos políticas de desarrollo privadas dependientes de capitales, menos estables y progresivamente menos sistémicas, en tanto que responden a motivaciones individuales.
Se hace necesario enfocar el análisis de la filantropía y el impacto en el sistema público como espacio de colaboración público-privada, más que dentro del campo del altruismo. La Historia económica nos ha ilustrado suficientemente durante décadas cómo esa colaboración suele decantarse, en la práctica, como una ‘parasitación’ de lo público por lo privado, precisando una regulación constante para evitar este efecto.
La propuesta de la Fundación de Amancio Ortega no deja de ser ‘un regalo envenenado’, con todas una serie de contradicciones en su interior de difícil estructuración. De ahí el debate tan enconado en medios de comunicación y redes sociales.
Desde el punto de vista de las ideas, tal y como hemos sostenido a lo largo de los tres capítulos, no podemos apoyar una propuesta que contribuya a la involución de los logros de desarrollo y acción social conseguidos hasta la fecha y que llamamos ‘bienestar y justicia social’ introduciendo valores de caridad y limosna. Y en este caso, la propuesta de donación presentada parece ir en la dirección contraria de lo deseado.
Asociar objetivos de desarrollo sanitario y social con búsquedas de beneficios personales, genera políticas de desarrollo dependientes de capitales privados. Desde la Fundación Amancio Ortega se debería aclarar esta vinculación y exponer al debate público los términos de negociación y contrato con cada una de las administraciones. De lo contrario, estamos ante una inversión inestable y asistémica, sobre la que se mantendrá la sospecha continuada de estar respondiendo más a un interés individual que colectivo.
Cualquier ayuda que pudiera prestarse a lo público podría ser bienvenida, siempre y cuando reforzara las estrategias preestablecidas y estuvieran al servicio de las políticas de desarrollo sanitario. En ese caso no dejaría de ser un impuesto de contribución libre.
Para ello, entre otras cuestiones:
– Debería desligarse de cualquier carácter finalista;
– No debería interferir en el desarrollo social y sanitario, realizándose de acuerdo a las necesidades y prioridades estratégicas de la ciudadanía en cada lugar y delimitadas por los equipos profesionales públicos;
– Debería mitigar o anular su rentabilidad en marketing empresarial y personal y;
– Debería garantizar la legitimidad moral, en relación al origen de los medios económicos a introducir.
En el caso propuesto parece que también se incumplen la totalidad de estos supuestos mínimos:
– Se desconoce cómo se ha establecido la priorización de este ámbito, en este espacio de intervención e incluso como estrategia terapéutica.
Se desconocen los informes preliminares y las evaluaciones contrastadas con expertos del sistema público de diferentes ámbitos, dejando al descubierto la ausencia de una Agencia de evaluación de Políticas y Tecnologías sanitarias en nuestro país, independiente y legitimada para orientar en ésta y otras propuestas sanitarias.
El interés personal del empresario, tal y como ha declarado en una de las escasas entrevistas concedidas, viene de “un pequeño tumor” que se intervino en Estados Unidos[9]. De ser así, su intencionalidad resulta valida a nivel personal, pero es cuestionable (y rechazable) desde la óptica de una política de desarrollo sanitario y social.
– De forma explícita, desde el inicio, se ha planteado como una acción finalista[10], con inversión en equipos determinados, lo que contradice cualquier apoyo a las citadas políticas públicas. Es por este motivo que surge en múltiples foros profesionales y ciudadanos la pregunta: ¿por qué este interés en esto y de forma ‘tan concreta’? Además, existe una información opaca sobre los equipos ofertados o sobre la posibilidad de optar a otros alternativos.
– La rentabilidad a un nivel de marketing empresarial y personal está garantizada con la presentación, difusión y debate de la propuesta de la Fundación. En la actualidad se está publicitando a través de los correspondientes acuerdos en diversas Comunidades Autónomas[11].
Este marketing y difusión va desde el ‘lavado’ de imagen ante las posibles sospechas despertadas con la mano de obra empleada en países subdesarrollados, hasta con la propia contribución de los pacientes partidarios de la donación[12], que han mostrado su apoyo en las redes mostrando bolsas de compra de sus establecimientos y animando a que se devuelva el favor mediante la adquisición de su ropa[13].
– Sobre la legitimidad de su dinero, se han despertado múltiples dudas a lo largo del tiempo que han venido sustentadas con informes de organizaciones internacionales en relación a India, Bangladesh, etc.[14][15][16], y con intervenciones gubernamentales en diversos países, cuando no sanciones, como Brasil y Argentina[17][18].
Si flotan sobre la empresa Inditex y el proyecto todas estas sospechas, sería interesante de forma previa que se intentasen aclarar todas estas dudas en un ejercicio amplio de transparencia, tanto desde la propia Fundación como desde la Administración.
Se dispone de un código para empresas en partenariados público-privados para el desarrollo que sería legítimo exigir.
– Y en relación a la inequidad, relacionada con la mano de obra empleada calificada como ‘explotada y esclava’ en determinados informes y medios de comunicación, ¿por qué no emplear un tramo de su fortuna personal para conseguir a los trabajadores de estos países un buen seguro sociosanitario en las zonas dónde se ubica? Esto sí sería una auténtica revolución, en su sector y en el mundo, a cargo de una de las tres mayores fortunas que existen.
Con los escasos datos que disponemos, nos hemos parado a calcular lo que supondría en países como India, con 79.102 trabajadores[19]. De acuerdo con los estándares de la zona, precisaría un montante económico inferior a la donación que se plantea en nuestro medio (320 millones de euros).
En resumen, existen múltiples razones para cuestionar, dudar y rechazar una donación como la propuesta en estos momentos por la Fundación Amancio Ortega. Luego, la dimensión emocional de cada uno situará su decisión final donde quiera.
En nuestro caso, nos filiamos a organizaciones y grupos como la FADSP[20][21][22]y múltiples profesionales y ciudadanos que han rechazado a lo largo del territorio esta donación.
BIBLIOGRAFÍA:
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5894399.pdf
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5242988.pdf
http://www.uhu.es/IICIED/pdf/4_3_filantr.pdf
https://www.forbes.com.mx/filantrocapitalismo-la-estrategia-no-gratuita-de-dar/
http://blogs.lavanguardia.com/diario-itinerante/filantrocapitalismo-impuestos-y-ciudadanos-22742
http://elpais.com/elpais/2016/12/20/talento_digital/1482229075_755842.html
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198269
http://economia.elpais.com/economia/2017/03/29/actualidad/1490768952_146661.html
http://www.eldiario.es/desalambre/Refugiados-proveedores-Mango-Zara-BBC_0_572892920.html
https://www.somo.nl/wp-content/uploads/2014/10/Flawed-fabrics.pdf
http://ethic.es/2011/08/inditex-implicada-en-un-escandalo-de-esclavitud-en-brasil/
http://www.diagonalperiodico.net/global/zara-produce-condiciones-esclavitud-argentina.html
http://www.eldiario.es/economia/Inditex-Corte-Ingles-Cortefiel-Carrefour_0_480852401.html
http://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2017/06/07/5936dd2346163f8d368b45aa.html
Enlace de a la publicación en el medio: http://blogs.publico.es/salud-y-pensamiento/2017/06/22/filantrocapitalismo-en-sanidad-amancio-ortega-cuando-el-viento-da-la-vuelta/