Los datos en los que se basan los artículos editorialistas publicados hasta la fecha sobre el BREXIT en las distintos medios de comunicación o están sesgados o están escasamente fundados. En conjunto, es un gran corta y pega que refuerza los argumentos que vaticinaban una catástrofe inminente. Esta base de información, que es la que dispone el ciudadano de a pie, tiene muchas dificultades para explicar y entender lo que está pasando. Echamos en falta una valoración cualitativa que relacione la gestión de valores e ideas que subyacen a lo vivido en la campaña y a sus resultados finales. Quizá aporte luz a tantas preguntas sin resolver.
En primer lugar, ¿acaso se trata de una revuelta social? Sin lugar a dudas, podríamos decir que el voto de salida de la UE ha estado vinculado a las clases sociales más deprimidas y trabajadoras del Reino Unido. Existe una correlación / asociación estadística fuerte entre el voto de salida y la clase social o nivel socioeconómico más bajo.
Por lo que podemos ver hoy en día, lo que se entiende por revuelta social ha cambiado de formato: las actuales revueltas contra los poderes fácticos suscitan un tipo de expresión de la rabia, de la vivencia de traición y del “nada tienen que ver conmigo” que empieza a ser imperante.
Sin embargo, el sector poblacional más dañado por el austericidio actual es el mismo que ha dicho No a Europa. ¿Cómo es posible esta contradicción?
Además, el BREXIT no va a salirle gratis al Reino Unido. Para empezar, después de haber sometido a los ciudadanos a una consulta en la que no se ha escuchado a la gente, el resultado es un país dividido.
¿Dónde ha estado la palanca cuyo resultado ha sido esta vinculación entre sordera y división?
Sin duda, las políticas del miedo explican gran parte de estos resultados, siendo el eje central de las campañas utilizadas:
Sin embargo, esta estrategia para comunicar el miedo ha contagiado, sobre todo, a la población más vulnerable. Además, el daño es creciente y difícil de cuantificar.
Pero, ¿cuánto daño se puede soportar antes de tomar la decisión de rebelarse? Si pertenezco a este grupo afectado y, además, me aseguran que puede ir a más, ya qué más da. Si, además de avisarme, me insisten en ello y me lo dice las élites de donde ha venido el deterioro sufrido y los problemas de vivienda, desempleo y falta de progreso, a parte de las dificultades de acceso y desarrollo en educación, equidad en el ámbito de la salud, etc., ¿no es lógico entonces que un no a lo que sea es una reacción equivalente a un cabreo supino?
La concreción de esa amenaza de miedo ha sido todo lo oportunista y mezquina que se ha podido concebir, centrándose en lo que podría ser el eslabón más débil, la inmigración y, como telón de fondo, la llegada de refugiados. Todo ello, sostenido sin datos claros y con argumentos falaces (parece que todo problema vital doméstico tiene que ver con ellos), sin un ápice de pensamiento sistémico ni consideración de los valores comunes y, como suelen ser las campañas eficaces de comunicación política, recurriendo a arquetipos, mitos e imaginarios del pasado colectivo.
La sombra del colonialismo de otras épocas es larga y oscura. Da la impresión que el pueblo inglés tiene algo pendiente de resolver, algo no asimilado desde hace más de 100 años.
El perfil de voto a favor de la permanencia ha sido joven / con estudios / urbano (“¿Qué me han hecho a mí los inmigrantes?”), frente al contrario adulto mayor de 50 años/ sin estudios/rural-obrero/bajos ingresos (“¿Para qué los quiero aquí”), cuyo trasfondo es la xenofobia trabajada desde diferentes ámbitos y desde hace tiempo.
Estos datos explicitan el marcado bache generacional que sufre el Reino Unido. ¿Alguien ha pensado en el papel en todo esto de los jóvenes? ¿Alguien ha pensado en el futuro de estos jóvenes? Lejos de considerarse, les ha sido arrebatado, negado. Los mayores han dicho, opinado y votado algo opuesto a lo que ellos hubieran querido, algo que, inevitablemente, también tendrá un coste muy importante.
No parece que se haya hablado en ningún momento de transparencia, buen gobierno o rendición de cuentas a cargo de la UE, ni tan siquiera de esa gobernanza burocrática, paralizante e indecisa.
El porqué de este resultado tiene mucho que ver con las inquinas internas de los partidos y el distanciamiento de la población. Cuando Cameron pensó en neutralizar las diferencias internas de los partidos (fundamentalmente conservadores) con un Referéndum, parece que no predijo que se le iba a volver en contra.
Es curioso que, de forma generalizada, los líderes conservadores y laboristas, con sus correspondientes representantes dentro de las instituciones, hicieran campaña juntos hacia el mismo objetivo y, aún así, no haya funcionado.
Como resultado, se tiene un Parlamento y a unos grupos políticos en el poder y la oposición que tienen que interpretar y gestionar un resultado inaudito que les ha negado la mayor, dejándoles en fuera de juego.
Y ahora, ¿qué se hace entonces? ¿Cuál sería la interpretación final? ¿Ha aparecido la irracionalidad del resentimiento como argumentación política frente a la golpeada desde hace tiempo teoría racional de la decisión?
Todo esto nos lleva a pensar que, ¿acaso no somos también parte de este juego? Los nuevos movimientos sociales, la denominada nueva política, también el populismo europeo más reciente (incorporado en todos los partidos, incluidos los tradicionales), han aparecido como respuesta / contestación amplia. Desde la nueva izquierda el resentimiento se ha dirigido unánimemente “contra la casta gobernante / política».
¿Es esta la respuesta que esperábamos? ¿Se nos está escapando, visto lo visto, algo de las manos?
Tras el BREXIT, ¿en qué situación queda el Reino Unido? ¿Y Europa? El Reino Unido está dividido y enfrentado, en una situación de alarma general “por lo que vendrá”. Algo tan complejo de gestionar que Cameron ya se ha quitado de en medio. Existe una percepción cada vez mayor de los daños que empiezan a causar y causarán el haber votado No a la UE. Todas esas personas, consideradas los auténticos perdedores al margen del resultado, inevitablemente se van a convertir en el blanco de la ira argumental de todos y cada uno de los males que estén por llegar, sea o no como consecuencia del BREXIT.
Esto sólo acaba de empezar. Se espera un nuevo Primer Ministro conservador. Esto significa que las políticas que vienen serán igualmente austericidas. La derecha / ultraderecha europea se prepara para dar el nuevo zarpazo en Europa.
La percepción de daños de los que han votado NO a la UE ya es el blanco de la ira de los perdedores, algo que más que probablemente se eche en cara cuando empiecen a aparecer los males que se vaticinan están por llegar.
La temática en torno a la inmigración y a los refugiados, así como la desregulación de los servicios públicos, fundamentalmente sanitarios y sociales, como la continuidad y reagudización de las medidas económicas de austeridad lideradas desde Alemania y el Eurogrupo, van a ser los caballos de batalla en toda Europa.
La izquierda requiere rearmarse, reivindicar una Europa más equitativa, accesible, justa y democrática. De lo contrario, ¿podrá sobrevivir?
Porque si va a seguir todo igual, ¿quién va a querer quedarse?